El cambio climático recae sobre la pobreza Un análisis sobre sus efectos en los países en vías de desarrollo

segunda-feira, 13 agosto 2012 12:57

A lo largo del siglo XXI, los países en desarrollo soportarán entre el 75% y el 80% de los costes provocados por el cambio climático a pesar de ser los que menos han contribuido a este fenómeno. Luis M. Jiménez, director del Observatorio de la Sostenibilidad en España, analiza la conexión que existe entre el calentamiento global y la pobreza con la frustrante cumbre de Rio+20 como telón de fondo.

El cambio climático es una amenaza para todos pero especialmente para los países en desarrollo y emergentes. Las subidas del mar que podrían llegar hasta alcanzar 1 metro en el presente siglo suponen una amenaza para más de 60 millones de personas y 200.000 millones de dólares de activos sólo en los países en desarrollo.

La productividad agrícola disminuirá, más de tres millones adicionales de personas podrían fallecer cada año como consecuencia de la malnutrición, entre 100 millones y 400 millones de personas correrán el riesgo de padecer hambre, y entre 1.000 millones y 2.000 millones de personas más, podrían dejar de tener agua suficiente para atender sus necesidades.

Los países en desarrollo, además de estar más expuestos a los riesgos del cambio climático, cuentan con menor capacidad de resistencia. Un calentamiento de 2ºC (el escenario más optimista y con el que se trabaja) implica una reducción de entre un 4% y 5% del ingreso anual per cápita tanto en Asia Meridional como en África, lo que contrasta con lo que perderán en los países con ingresos altos, un 1%, pérdidas que afectarán sobre todo a la agricultura, principal medio de subsistencia para las familias más pobres.

El calentamiento global no solo afectará a la producción agrícola, también repercutirá en la calidad del aire, del agua y en el acceso a una vivienda segura, todos ellos requisitos básicos para la salud de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que el cambio climático en 2004 ya generaba un exceso de 140.000 defunciones anuales, siendo los países pobres o en desarrollo con peores infraestructuras sanitarias los más afectados, cifra bastante inferior a la que recoge el Informe Foro por Cambio Global en donde se afirma que al año mueren más de 315.000 personas a consecuencia del cambio climático. Según este informe:

- A nivel mundial el número de desastres naturales se ha triplicado desde los años 60. Cada año mueren por esta causa más de 60.000 personas, la inmensa mayoría en países en desarrollo.

- La contaminación atmosférica en las ciudades provoca aproximadamente 1,2 millones de defunciones al año, sgún la OMS. Las temperaturas altas provocarán un aumento en los niveles de ozono y de otros contaminantes que agravarán las enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

- El aumento del nivel del mar y los eventos meteorológicos, inundaciones y sequías podrían provocar importantes desplazamientos de personas con fuertes impactos en su salud.

- Algunas de las enfermedades más mortíferas -como la malaria, el dengue o el cólera- son muy sensibles al clima y se prevé que se agudicen con el cambio climático. Algunos estudios advierten que el cambio climático podría exponer a 2.000 millones de personas más a la transmisión del dengue. La Malaria trasmitida por el mosquito Anopheles mata a casi un millón de personas cada año, afectando especialmente a los niños africanos menores de cinco años.

Se estima que los países en desarrollo soportarán entre el 75% y el 80% de los costes provocados por el cambio climático, entre los factores que explican su vulnerabilidad se cuentan: su posición geográfica, limitados recursos tanto humanos como financieros así como la debilidad en sus instituciones. Y eso a pesar de ser ellos los que menos han contribuido al cambio climático.

Fuente: ethic la vanguardia de la sostenibilidad

 

Un océano bajo las arenas de África

segunda-feira, 30 julho 2012 11:25

Los acuíferos del continente tienen una capacidad de 660.000 kilómetros cúbicos

¿Es viable explotarlos para consumo y regadío?

330 millones de personas no tienen acceso a agua potable

 

En la superficie, 330 millones de africanos con sed (el 40% de la población del continente). En el subsuelo, 660.000 kilómetros cúbicos de agua, 100 veces la cantidad superficial de todo el continente. El primer cálculo de los acuíferos —realizado por un equipo dirigido por Alan MacDonald, del British Geological Survey, y publicado en el Environmental Research Letters— y el reciente descubrimiento de una enorme bolsa de agua subterránea limpia en el norte de Namibia, han puesto sobre la mesa la paradoja y la esperanza. ¿Es viable explotar esos recursos? ¿Cómo hacerlo? ¿Hay que apostar por abrir pequeños pozos en los poblados?

Para medir el problema de la falta de agua, basta con visitar media África. La ausencia de grifos, frecuente en las zonas rurales y en los barrios de chabolas de las ciudades, es mucho más que eso. Significa tener que andar kilómetros cada día cargado con contenedores de plástico para buscarla. Significa caer enfermo si se bebe sin hervir. Significa condenar el futuro de las niñas y el presente de las mujeres,

en las que recae esta tarea. Si la distancia a recorrer es larga, muchas niñas no tienen tiempo de ir a la escuela. Si son las madres las que han de ir a por agua, no acceden a otras actividades que puedan generar ingresos o pierden tiempo que podría dedicar a sus hijos o al hogar. Además, en algunos casos, esta excursión diaria en busca de agua las puede convertir en víctimas de violencia. “No podemos enviar a nuestras hijas al bosque a recoger leña o agua porque las pueden violar”, contaba hace unos meses Angelique Bahati, una profesora de 30 años en el poblado de Matanda, en la zona este de la República Democrática del Congo.

Naciones Unidas calcula que unos 2,2 millones de personas mueren cada año en los países en desarrollo debido a enfermedades relacionadas con la falta de agua potable y de una higiene y saneamientos adecuados. En los últimos 10 años, la diarrea, originada por beber agua en mal estado, ha matado a más niños que todas las personas que han muerto en todos los conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial, según destaca la Blue Planet Network. Ante este panorama, y vistos los datos reunidos por MacDonald, parece que la solución es fácil: abrir pozos.

Una reserva enorme bajo el Sáhara son “aguas fósiles”, matiza un experto

El mapa del agua subterránea de África es toda una tentación. “En áreas donde los acuíferos están relativamente poco profundos (menos de 20 metros), se pueden construir pozos equipados con bombas de mano siempre que haya la suficiente inversión y tiempo para situar las prospecciones en las partes más productivas del acuífero”, explica MacDonald por correo electrónico a EL PAÍS. “La mayoría del conocimiento está ahí, y en África hay cualificados hidrogeólogos que pueden supervisar el proceso”, añade.

En su respuesta se esbozan varios de los aspectos que preocupan a los expertos desde que se hizo público el estudio. Por ejemplo, el asunto de la financiación. “Imagina que hay el dinero. Pero depende de quién lo aporte y cómo se use”, afirma Alberto Fernández, responsable de Política de Aguas de WWF. “Si, por ejemplo, llegan chinos o árabes, que tienen dinero, y construyen pozos para grandes cultivos que luego se llevan y comercializan, no se soluciona nada”, afirma. “La explotación no puede ser con grandes extracciones para colocar aspersores de riego”, coincide MacDonald.

Los expertos, como la Fundación Rockefeller, una ONG dedicadas al desarrollo de países pobres y que ha dedicado un comentario al descubrimiento, apuntan a un uso para pequeñas comunidades, con pozos casi caseros, que permitan el desarrollo local. La web SciDev, dedicada a la promoción del conocimiento científico fuera de los cauces más institucionales, es rotunda: “El agua de África debe de ser aprovechada por los africanos”, titula.

Pero este es solo un aspecto del problema. Porque hay otro relacionado, que es la sostenibilidad de la explotación de este recurso. “Hay que estudiar acuífero a acuífero. Porque el mapa está hecho a una escala que parece que todo es agua, pero no todos son iguales”, comenta Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción. “Hay que ir al detalle, ver si son renovables, si no son cautivos”, añade.

Se refiere Martín a que gran parte de estas reservas, como una enorme que se percibe bajo el Sáhara, son “aguas fósiles”. “Llevan ahí millones de años, desde finales del Mioceno, pero no se renuevan”. “Su explotación sería algo nuevo, casi una minería del agua, como quien explota una veta de cobre”, indica Fernández. “Si se saca el agua, no va a volver a llenarse”.

Esto no es solo un problema de agua para hoy y sed para mañana. Hay otros riesgos, dice el ecologista. “Su explotación puede incluso llevar al colapso de algunas zonas. Ese agua mantiene, desde dentro, la humedad de la tierra que hay sobre ella; si se extrae esta puede secarse, e, igual que los lodos se agrietan bajo el Sol, todo el sistema puede caer”, añade.

MacDonald coincide. “En nuestro trabajo hemos medido las aportaciones a los acuíferos. En algunos su reposición está garantizada, en los del Sáhara las aportaciones son de menos de cinco milímetros al año, y no bastaría para mantenerlos”, afirma.

Por eso, el investigador afirma que “si se excavan pozos con bombas manuales, hay poco riesgo de que los acuíferos se sequen en la mayoría de las zonas más pobladas de África; si, en cambio, la gente se dedica a perforar pozos para extraer gran cantidad de agua para su uso en regadíos, hay riesgo de que se agoten, y esto hay que manejarlo con mucho cuidado”, insiste.

A esta prevención se añade otra: la relación que los acuíferos tienen con lagos, ríos, pantanos y humedales, indica Fernández. “La expectativa de su uso tiene dos factores: la posibilidad técnica y su sostenibilidad”, añade. España tiene una serie de buenos ejemplos de las consecuencias de una explotación abusiva de estos recursos, indica: “Está la desecación de Daimiel, que ahora se alimenta prácticamente solo de las precipitaciones. O los regadíos alrededor del Parque de Cazorla, que lo están secando”, apunta.

Parece negarle el agua al sediento. O, al menos, ponérsela difícil. Que se lo digan a Margaret Daniel, que emigró a Sudán del Sur desde el norte cuando el país obtuvo su independencia. “En el norte, teníamos nuestra casa con electricidad y agua corriente y los niños iban al colegio”. Ahora, tiene que dedicar parte de su tiempo a ir por agua.

Fuente : Diario EL PAIS

 

Río+20…una cumbre más: cómo encontrar la clave del éxito en un fracaso.

segunda-feira, 30 julho 2012 11:06

 

 

por Francesco Filippi

“Un acuerdo de mínimos”. Una expresión recurrente en los comentarios de las cumbres sobre las cuestiones más importantes para el futuro de nuestro planeta, como las Conferencias anuales de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. También la cumbre de Río+20, pese a su gran valor simbólico, ha acabado en un acuerdo de mínimos, que evita un fracaso rotundo y salva la imagen del país anfitrión, en este caso Brasil.

Los acuerdos de mínimos, por definición, no suelen aportar novedades substanciales ni compromisos concretos por parte de la Comunidad Internacional. También en Río+20 ha sido así, y el documento final reitera la declaración de principios de 1992, sin añadir elementos relevantes. Es curioso que el cambio climático no encuentre mucho espacio en la declaración final. Este detalle nos hace prever un fracaso de las próximas Conferencias anuales de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cruciales para diseñar la continuidad de los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, plasmados en el Protocolo de Kyoto y que terminan en 2012... Continuar leyendo

 

Este artículo ha sido elaborado y publicado con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), en el marco del proyecto “Cooperación internacional al desarrollo y cambio climático: una tarea global”. El contenido de dicho texto es responsabilidad exclusiva de la Fundación MUSOL - Municipalistas por la Solidaridad y el Fortalecimiento Institucional y no refleja necesariamente la opinión de la AECID.

Si estás interesado/a en organizar o conocer nuestra exposición fotográfica interactiva sobre Cambio Climático y Desarrollo, si quieres recibir el CD con el kit pedagógico "Cambio Climático y Cooperación al Desarrollo" o si quieres organizar o participar en un curso sobre el tema, contáctanos (Begoña García, Email: sensibilizacion@musol.org, tel: 963817509).

 

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